23 junio 2010

Estrés, angustia, depresión...

Pongamos que me llamo E, estoy contratado en mi primer empleo temporal; temporal no porque yo quiera, que yo quería ya algo estable, no definitivo, pero sí sin incertidumbres, sigo estudiando, haciendo cursillos, ese empleo no es mi meta en la vida, pero me da vidilla. Voy conociendo el sector, las posibilidades que se me abren. El patrón es más capataz que empresario; pero qué le vamos a hacer. Tiene reloj para entrar, pero no para salir, le suena de algo la expresión convenio colectivo, pagar las horas extra? pero le suena muy de lejos. Eso sí, es paternal como la madrastra de Blancanieves, cuando llegas al cuchitril el primer día te sermonea con aquello de que vienes aquí a sufrir, que sois todos de mantequilla y no tenéis ni puñetera idea de qué es lo que se os viene encima a la hora de comenzar a currar. Justifica lo de la temporalidad con aquello de que si no sirves no voy a cargar contigo para toda la vida, que seguro que eres un flojo y que si te hago fijo despedirte me va a salir por un riñón. Por lo tanto, esta experiencia iniciática en el mundo laboral no puede ser más demoledora, empiezo sin derechos, con todas las obligaciones, sin ningún respeto personal y comiéndome la cabeza. Cuando paso muchos días sin dormir, con picores y sarpullidos varios, el médico me dice que es estrés, que será mal de amores o problemas en el curro. Yo sé qué me pasa. Pongamos que me llamo A, ¡ya me han dado a firmar el contrato indefinido!, la verdad es que ya era hora, me conozco hasta las entretelas de los sótanos de la tienda en la que llevo tres años vendiendo ordenadores, consolas? estoy a la última, porque me gusta y además porque es mi responsabilidad profesional, sí, me considero profesional y que rindo en mi trabajo, que nadie me ha regalado nada y que seguramente podría llegar a ser la encargada de la tienda, si no me pisan la cabeza por ser mujer y quizá madre. Me han hecho fija porque mi despido les sale más barato. ¿Despido?, ¿quién piensa en el despido, ahora que me han hecho fija y puedo hacer planes más allá de tres meses? No tengo pensado hacer un desfalco ni pasarme a la competencia, estoy sana, no falto al trabajo, me agobia sólo pensar que en vez de decirme que confían en mí, ya están esperando a que meta la pata para despedirme. Me cae el pelo, tengo gastristis, se me quitan las ganas de salir con la peña, estoy angustiada. Pongamos que me llamo D, soy un buen vendedor, cumplía quince años en la empresa, desde mis 23 añitos, recién salido de la FP y de un par de prácticas, mi inglés es los suficientemente lucido como para que el jefe no tenga que buscar a nadie para saber qué dicen los libros de instrucciones, me sé al dedillo qué y cómo compra esta empresa, a los clientes los trataba como princesas. Mi niño ya va acabando la primaria y ya se va dando cuenta de algo, le digo que las cosas en la empresa no eran para fiestas, no me atrevo a explicarle lo que es un ERE, que estaré sin trabajo una temporada, que por eso voy a buscarlo al cole más a menudo. No soy capaz de contestarle la verdad cuando me pregunta por qué ya no voy al fútbol, por qué los fines de semana son más aburridos, por qué el domingo no me quito el pijama ni lo llevo a comprar el periódico y las chuches al kiosco. No sabe por qué estoy deprimido. Creo que la canalla insaciable de esa casta empresarial que seguramente nos merecemos no es capaz de saber que el cuarto protagonista, pongamos que se llama N, es la neurosis, cuando despierte a lo mejor no es responsable de sus actos y la monta pequeñita. Un decir. www.lafelizgobernacion.blogspot.com

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