01 junio 2010

Aloe y propóleo

Desde hace años se nos ha puesto de moda el aloe, parece ser que en un principio los agricultores de zonas cálidas lo encontraban en huertas y plantaciones y lo usaban para remediar las heridas in situ. A partir de ahí su uso y producción parece que se extendió, herbolarios y farmacias, dermatólogos y feriantes de mercadillo medieval veraniego lo recetan sin cesar, cabe preguntarse de qué grandes plantaciones se extrae y por qué todos parecen encontrarle cada vez más y más propiedades. Circula la especie de rumor de que entre determinados políticos imputados judicialmente abunda el aloe, porque cada vez se les encuentran también más y más propiedades, éstas naturalmente son de ladrillo o extracorpóreas en el limbo fiscal. Sea como fuere son infecciones y hay que buscar remedio. Es lamentable que la dedicación a la política se vea tiznada de chascarrillos promocionados por quienes nunca acudirán a las urnas a la competición leal por el voto popular ya que su reino no es de este mundo como en Cajasur o, por lo menos, de este continente, les gustan más las Antillas holandesas, el Caribe en general, como paraíso climático y fiscal para las SICAV. Quizá por todo esto cada vez sea más importante la protección, la seguridad de la política, su impermeabilización, el aumento de sus defensas contra los ataques externos, que no buscan más que la debilidad del sistema, su mejor control desde el exterior. El gobierno de la polis, de la ciudad, es decir, la política, la conocemos desde los griegos y ellos mismos son los padres etimológicos del término actual propóleo, -pro "antes de" y polis "ciudad"-, llamaban así a las puertas de una ciudad, su defensa ante la agresión interna y externa y de ahí proviene el homónimo referido a la sustancia resinosa de las yemas de los árboles que las abejas extraen con el fin de taponar herméticamente su colmena e impedir que se forme dentro de ella cualquier tipo de alteración. Aristóteles considera esta sustancia como remedio para las infecciones de la piel, llagas y supuraciones; para Avicena, tiene la cualidad de "eliminar las puntas de flechas y las espinas, vivifica, limpia fácilmente y ablanda fuertemente", también los incas lo utilizaban contra la fiebre. A Europa llega con los franceses en los siglos XVIII y XIX para el tratamiento de llagas. Su máximo empleo, a principios del XX, se dio durante la guerra de los boers, en África del Sur, en el tratamiento de heridas infectadas y como sustancia cicatrizante. Sea como fuere a esta sociedad le hace falta encontrar un propóleo que sirva para tapar las fisuras y quebraduras de la colmena que dejan paso a agentes infecciosos culpables de enfermedades graves. También es preciso para aislar la corrupción, así es como las abejas embalsaman a algún animal muerto en el interior de la colmena. Que a nadie le quepa duda de que los elementos corruptos en esta sociedad han de ser embalsamados, por decir algo. Por último, las abejas emplean el propóleo para recubrir los panales antes de la puesta de los huevos por parte de la reina, con vistas a una desinfección de la zona de la puesta. Sin duda no hay nada más importante que en el futuro tengan a su alcance algo más limpio y transparente que lo actual. Un último detalle, parece ser que los lutiers franceses y los liutai italianos lo usaban para tratar la madera de sus instrumentos y lograr mejor calidad en el sonido. No estaría de más que en la vida de la polis cesasen ruidos estridentes, que sólo contaminan

No hay comentarios: