13 octubre 2009

De posibles pactos educativos

Desde la semana pasada están leyendo, otra vez, letra pequeña sobre el Pacto por la Educación, si han pasado por encima de las noticias, no les culpo, ya huele a podrido desde hace años. Si se han detenido en ellas es porque son optimistas históricos o masoquistas recalcitrantes. Pero el caso es que Cospedal y Gabilondo se han reunido y no se han peleado, quedaron en volver a verse y seguir hablando ¿alguien habrá hecho alguna propuesta de las que no se pueden rechazar, como en El Padrino? Dicen que la sociedad reclama el Pacto puede ser; pero los tertulianos cotidianos siguen hablando de la LOGSE, aunque hace años que no existe. No sé, creo que puede haber razones para la esperanza, pero no hemos empezado por el principio. Con luz y taquígrafos o a oscuras, hay que pactar primero con la jerarquía eclesiástica; sin untarla previamente no hay pacto que valga, se vistan de lagarterana, Gabilondo, Cospedal y el mismísimo Zapatero. Aquí no hay problemas de equidad, hay que garantizarla, pero hemos dado pasos de gigante. Hay problemas de calidad; pero claro, la calidad no es lo mismo para unos que para otros. Si los contertulios de los grandes partidos hicieron un buen análisis, habrán hablado del abandono escolar, de la calidad de la Formación Profesional, de la escasa educación infantil en sus primeros años, del nulo reconocimiento de la función docente y de la precisa carrera profesional... Después de ese análisis seguramente llegaron a una conclusión de cajón, es precisa una mayor inversión en educación; pero seguramente discreparon en dónde invertir los cuartos. Si la raya roja se colocó en la Educación para la Ciudadanía, en las notas de religión o en los galones de los profesores, seguramente nos esnafraremos otra vez en el intento. Es decir, hay abandono prematuro, sin cualificación profesional adaptada al mercado de trabajo, por lo tanto se nos puede llenar la boca de que los chicos no estudian, que no se esfuerzan, o podemos poner los medios -con las vestiduras sin un desgarro- para solucionarlo. Es muy fácil, adaptemos lo que hay que enseñar a lo que el alumno necesita, no a lo que guste examinar el profesor. Dicen que las leyes educativas no se pueden evaluar hasta pasados 25 años, hasta que una generación haya dado paso a una nueva ley; la Ley de 1970 comenzó a ser sustituida en 1990, sin estar plenamente evaluada, pero la necesidad era acuciante, no podíamos seguir con la escolarización obligatoria sólo hasta los 14 años, el mercado no lo soportaba. Su sustituta acaba de nacer y no representa grandes cambios, sólo retoques de maqueo y ya hay que cargársela ¡poco sentido! Seguramente hace falta desarrollo normativo, adaptación y que no haya 17 sistemas educativos diferentes; pero no sé por qué me da en la nariz que los únicos intereses de los que han hablado algunos en estas conversaciones giran en torno a la ampliación de los conciertos educativos a los 18 años, el posible cheque escolar que reclama Aguirre, es decir euros para la privada, esa es la madre del cordero, el resto son sólo disfraces. Esto en Madrid, pero en Galicia se podrían ir dando pasitos adelante, siempre y cuando el conselleiro se baje del guindo y abandone esa política de gestos y titulares fáciles.

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