30 junio 2009

Sin la careta en Barrio Sésamo

Vivieron tiempos de confusión, propios de congresos y de luchas tribales, intestinas, en el mundo nacionalista. Parecieron tiempos de calma chicha esperando a ver quién se llevaba el bacalao y lo partía. Pero todo fue un espejismo, en pocos meses tanto en el mundo sindical como en el político, se vuelve por los fueros viejos y los coroneles de toda la vida están prestos de defendernos de todos los males que, como no podría ser de otra forma, siempre vienen de fóra. Un vez más se les ve en sus diferentes facetas y bajo diferentes siglas, unas más dulces y amables, otras más duras y de discurso rancio. Por ejemplo el pasado 23 de junio diputados nacionalistas y socialistas se despacharon a gusto contra la reforma de la Ley de la Función Pública Gallega y la definieron como un nuevo 18 de julio..., de golpismo contra el idioma; pero lo más alarmante y preocupante fueron las alusiones al desembarco dos de fóra, es decir, a lo desprotegidos que quedan los ciudadanos con vecindad administrativa en Galicia al opositar a cualquier puesto en la administración frente a los murcianos que demuestren ser tan competentes o más en su oficio que los nativos. Dicho sea todo esto después de dar los gritos de rigor, es decir, que todo ciudadano que quiera ser atendido en cada una de las dos lenguas, tenga derecho, lo ejerza y se le respete. No vamos a hacer más sangre en este folio, porque ya es de sobra conocida la opinión de servidor sobre estos conceptos más próximos a Barrio Sésamo y sus viejas lecciones sobre los factores espacio-temporales, dentro e fóra, que marcan límites geográficos, pero también nos sitúan en el tiempo y en la historia. Miguel Delibes escribió un relato entrañable, La hoja roja, no sé si se podrá encontrar fuera de las librerías de viejo en las que aún quedan ejemplares de aquella popular colección, de cinco duros el ejemplar, patrocinada por la TVE franquista y en la que se colaron de rondón autores y obras poco recomendables en las sacristías y en los cuartos de banderas. En esta novelita el maestro hace un paralelismo entre el librillo de papel de fumar en el que la hoja roja avisa de que hay que ir al estanco a reponer suministro y las señales que da la vida con sus particulares hojas rojas que marcan la caducidad y desembocan en la soledad. A lo mejor es buena señal y al nacionalismo le está llegando su hoja roja. Sin ir más lejos se han quedado solos, tarde, pero afortunadamente ya sin la compañía de las centrales de clase en el conflicto del metal; en sus asambleas en los astilleros y demás empresas del sector ya se llega a llamar extranjeros a los trabajadores de Ferrol, lo cual podría ser tomado a cachondeo futbolístico si no fuese porque la frase es seria. Quieren regular el acceso al trabajo a los que no son como ellos, son de fóra; los senegaleses, medio millar en el naval, eran visibles en los primeros momentos del conflicto, solidarios siempre. Ya no se les ve, ni a los mayores de 45, ni a las mujeres... Habrá que preguntarse qué pasa; no llega con ponerse la pegatina-vacuna de progre para no ser xenófobo y, ojo, que son varios los frentes, el político, el sindical, el lingüístico, el parlamentario... Apriétense los machos y analicen su árbol genealógico, no vaya a ser que no sean de dentro.

No hay comentarios: