09 junio 2009

El parto de los montes: la encuesta del gallego y el quebrantahuesos

Vengan a mí todas las alforjas, todos los viajes, incluso todos los burros, que aún no sé para qué hicieron maldita falta. Para saber qué pasa en las escuelas, para saber qué se habla y qué se escribe no hacía falta toda esta parafernalia. Pero bueno, este gobierno también se gasta los cuartos en lo que cree conveniente, tiene contento a su electorado y usa a sus funcionarios como le viene en gana. Quede claro que la mayoría de los profesionales de la enseñanza pública le hubiesen informado fiel y verazmente de cuál es la situación lingüística de los pupilos a su cargo, que todos se entrevistan regularmente con los padres -sobre todo con las madres- de su alumnado, usan ese par de lenguas oficiales en presunto conflicto. Vaya por delante que me parece un menosprecio a los docentes, a los equipos directivos, un paso en falso del que se puede arrepentir en cualquier momento y una dejación de responsabilidades como gobierno; de la OTAN y su referéndum se pudo aprender bastante. Aprovechemos el folio para dejar constancia de cuatro simplezas sociolingüísticas, que es lo que está de moda. El gallego no se muere, se mueren sus hablantes, pero olvidémonos de las conspiraciones. Tardará en desaparecer y ninguno de nosotros lo verá. Tratar al gallego en peligro de extinción como al quebrantahuesos o a las ballenas no le hace ningún favor, como mucho surgirán más organizaciones conservacionistas, pero eso no significará que su uso se extienda geográfica ni socialmente. Los que no queremos ni imposiciones y suicidios observamos que es muy distinta la situación de ambos idiomas en el uso oral y en el escrito, los alumnos castellanohablantes no utilizan el gallego oral en ninguna asignatura y a la inversa sucede lo mismo, se callan y nadie les obliga a otra cosa. Ni el decreto viejo ni el nuevo van a solucionarlo. La ley de normalización fracasó de cabo a rabo. Podemos seguir echando la imaginación a paseo -a la luz de la experiencia- y concluir que es imprescindible dejar de crear somatenes lingüísticos confrontados para conservar una legalidad ineficaz o para dictar normas demagógicas. Se pueden dar pasos, por ejemplo, dándole a los centros la autonomía suficiente para organizar la programación de todas las materias a lo largo de las etapas con la obligación de alcanzar los objetivos marcados. Es decir, el alumnado ha de alcanzar la competencia oral y escrita en ambas lenguas a los 16 años que termina la ESO, pues bien, que el propio equipo docente programe, actúe y evalúe con la inspección y control que sea necesario. ¡Conselleiro, no se olvide de los medios y recursos! Y una última píldora sobre el prestigio social del gallego: las liturgias está demostrado que no sirven para nada, todas las posturas de los que fingen ser bilingües y hablan otra lengua en la que no se desenvuelven hacen el ridículo. Ningún chaval se volverá gallego hablante por escuchar a su ídolo perpetrar cuatro frases mal hilvanadas en traducción simultánea.

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