02 octubre 2007

Pártase usted la cara para esto

Cristina Peri Rossi es uruguaya, estudió Biología y se licenció en Literatura Comparada, la leo desde que llegó a España, exiliada después de haber publicado sus primeros libros en Montevideo (1963), perseguida por la dictadura militar que convirtió aquella pequeña Suiza, el pequeño país de oficinistas de Benedetti, en un lugar donde la represión de las botas de media caña duró hasta 1985. La recuerdo en la revista Triunfo desde 1972 y ahí también fue incómoda para la dictadura franquista, hubo de exiliarse, otra vez, a París unos años hasta que se acogió a la nacionalidad española.Se nacionaliza. ¿Qué estoy diciendo? ¿Dejó de ser uruguaya? ¿Es española? ¿Es catalana? Fortuna la trajo salvando la vida para que nos contase sus cuentos y nos leyese sus poemas. El mercado laboral la llevó a trabajar en TV3 y Cataluña Radio. Todo muy bien hasta que se dieron cuenta de que hablaba en castellano, tardaron en darse cuenta, pero cuando lo hicieron ya tenía la carta de despido en sus mismas narices. Cabe que se pregunten si la echaron por hablar en castellano o por lo que decía en castellano ante un público que sin la menor duda entiende las dos lenguas. Pueden solucionar su duda con una moneda, a cara o cruz; pero... no sé yo, si Cristina Peri Rossi bailase sardanas a discreción ante el auditorio podría seguir sin ser víctima, esta vez, de la represión nacional-identitaria. La despiden por una resolución del consejo de Administración de la CCRTV por la cual se transmite una comunicación verbal a los técnicos que elaboran el programa El oficio de vivir en la cual se dice que se pueden admitir todo tipo de colaboradores que hablen en cualquier lengua menos en castellano. Pasen y vean. Luchen ustedes contra un par de dictaduras para esto. La recuerdo defendiendo a capa y espada los derechos de los catalanoparlantes, para que ahora vengan y le digan literalmente que no le pagan si habla en castellano, que si publica un libro, van a mirar a ver si la invitan a que lo presente.Pero no todo van a se malas noticias, también las hay buenas, no vaya a ser que nos deprimamos. Una buena noticia es que han decidido repartir libros en los cuarteles de policía en Galicia. No voy a ser yo el que diga que no se han de repartir libros; allí, en los garitos de carretera y hasta en los confesionarios, faltaría más; pero -siempre hay un pero- lo que no me explico es la razón que lleva a las autoridades competentes a decidir lo que han de leer los guardias y en que lengua han de leer. Vamos a ver, se están disfrazando las cosas ¿se trata de que lean o de que lean en gallego? ¡No son mozalbetes de la ESO a los que se les reconduce a la normalización! Trátenlos con respeto, si quieren que lean, páguenles la factura de la librería y no se molesten en campañitas comerciales e inútiles.El último guardia que me paró en la carretera me invitó en perfecto y maternal gallego a soplar por el artilugio, lo hice y me despidió cordialmente dándome las buenas noches; evidentemente yo también le hablé en gallego, no sólo por cortesía.

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