16 octubre 2007

Meirás, Pardo Bazán y La tribuna (I)

Está bien esto de que por culpa de las Torres de Meirás, se hable de Franco, de Pardo Bazán y los Cavalcanti -sus dueños reales-, a fin de cuentas se habla de memoria, histórica por supuesto. Estos días pasados se airearon los métodos confiscatorios de las fuerzas de ocupación en el 36 para quedarse con las Torres y dárselas al dictador, de las supuestas intenciones de devolver a la comunidad sus viejas propiedades; por mí que compensen a las víctimas, dejen el caserón para la visita, que no les suelten un duro a sus ocupantes, que me llega con un reportaje por la tele. Me interesa hablar un poco más de sus antiguos dueños. Aprovechando todos los pisuergas se toca y retoca la figura literaria de la condesa de Pardo Bazán y las ascuas y las sardinas revolotean sin control. Que no hay que quedarse en las frivolidades de sus coqueteos con Galdós es absolutamente cierto, sobre todo porque las cartas privadas no han de ser públicas ni publicadas. Si le llamó ratoncito mío es cosa de ambos y al resto nos importa bien poco. Que la señora tenía gran cultura, pretendía estar a la última, que estaba muy viajada y estudiada, también es cierto; pero detengámonos en un par de detalles. Por un lado se trata de vendernos su producto como el no va más del progresismo de la época y aquí quizá convenga un ratito de reflexión. Los que pasan el Rubicón racionalista y progresista de la segunda mitad del XIX son, sobre todo, los naturalistas franceses, Zola y compañía. Ella los lee y publica La cuestión palpitante para dejar claro que es buena católica y que los del norte se pasan varios pueblos describiendo las entretelas de la sociedad; que sí, que es cierto que existen, pero que para qué vamos a contar la retórica de alcantarilla, los temas soeces y groseros, ya sabemos que el pueblo hace lo que hace a oscuras. Quizá por eso Zola le responda: "Lo que no puedo ocultar es mi extrañeza de que la señora Pardo Bazán sea católica ferviente, militante, y a la vez naturalista; y me lo explico sólo por lo que oigo decir que el naturalismo de esa señora es puramente formal, artístico y literario". Queda claro que Zola es un caballero francés y que podría despacharse a gusto diciéndole a las claras que le parece una hipócrita con todas las letras. Quizá hablando claro y pronto, a la señora condesa no le apetecía que las cosas cambiasen tanto y tan deprisa y lo dejó bien explicado: "No solamente entre las cigarreras, sino entre todas las obreras española, ha cundido bastante la idea republicana, muy propia para lisonjear teóricamente esa sed de justicia que, en efecto posee en alto grado la plebeya. Mas por un contraste que también tiene su explicación, la obrera republicana de España sigue siendo devota, haciendo novenas y costeando funciones a sus predilectos santos y vírgenes..." Muchas intenciones descriptivas de los males de las obreras, pero poca intención de que sus condiciones mejorasen ni de que se librasen de sus corsés ideológicos. adogil@terra.es

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