Un sector social teledirigido por el Foro de la Familia usurpa los derechos de esta menor de edad y se enfrenta al Estado, así con todas sus mayúsculas. Sus padres pueden hacer lo que quieran, recurrir, patalear, con todo su derecho, como lo tenemos todos a reivindicar, a presionar contra leyes que creemos injustas, pero sabiendo que habrá quién crea que son razonables, pero usar a esta chica para estos fines es indigno.
La joven que están utilizando como reclamo para la objeción de conciencia contra la asignatura en cuestión es la más necesitada de un buen baño de los contenidos de la nueva materia. Bajo la consigna de "a mí nadie me come el coco" percibimos que esta adolescente, adolece, carece, como todos sus semejantes de ciertas experiencias, es inmadura, no es su culpa, quizá el Sistema Educativo tendría que haberla dotado de cierto bagaje cultural. Por ejemplo, tendría que haberle explicado las características del diálogo entre las personas, de los argumentos razonados, de la defensa de las opiniones propias con respeto a las de los demás, que la carencia facilita la violencia. Tampoco le vendría mal tener alguna noción del marco jurídico en el que se integra esa convivencia dialogante, no tiene que ser docta en leyes, pero sí saber cuáles son sus derechos y deberes, entre otros los correspondientes a los menores de 18 años. Seguramente también le conviene tener conocimiento del cuidado de las personas dependientes, de sus derechos como mujer, de la distribución de la renta o del papel de los ejércitos en los conflictos internacionales.
En resumen, tendría que haber sido inoculada con los perniciosos e ilegítimos contenidos educativos que el malvado Estado le quiere inculcar en una operación de lobotomía escolar.
Los propios centros católicos concertados ya han cedido en sus reivindicaciones -su tajada habrán sacado- y la impartirán tal y como dice su propio asesor, el filósofo de moda, José Antonio Marina, cuando sentencia: ¿Cómo debe ser el buen ciudadano? Si somos capaces de proporcionarle un marco ético claro y estable para que reconozca y respete la dignidad humana, y para que participe en política de manera responsable y consciente, entonces creo que la iniciativa merecerá nuestro aplauso.
Si el Estado flaquea, podrá venir quien demande que no se explique cómo funciona el cuerpo, qué se oculta tras La Celestina o, lo más peligroso de todo, los números irracionales.
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