03 abril 2007

ITS

La extrema derecha europea ya tiene grupo parlamentario propio, ya cuenta con sus veinte diputados. Antes, por allí pululaban ultras belgas, austriacos, franceses e ingleses, pero desde la ampliación a búlgaros y rumanos, ya no es el Le Pen de siempre con su Frente Nacional el que destaca por sus declaraciones xenófobas; ahora tiene de su lado más nacionalistas de todo pelaje y condición, por ejemplo, los flamencos del Vlaams Belang reclamando la autodeterminación para separarse de Bélgica, unos sujetos que curiosamente -recuerden- hasta hace cuatro días su antecedente era el Vlaams Blok o Bloque Flamenco, un grupete que fue prohibido por racismo hace tres años y cuyo lema es, para qué engañarnos, Eigen Volk Eers, Nuestro pueblo primero, se presentan como salvadores de los pobres, les sostienen y votan los más ricos, sin más comentarios.

Curiosos son también los del Partidul Romania Mare, que quieren expulsar de Rumanía a los ciudadanos búlgaros, tan europeos como ellos; además son tan homófobos como los de toda su calaña y repiten hasta la saciedad su retahíla de despropósitos.

En su primer discurso el bueno del diputado compinche de Le Pen, un tal Bruno Gollnisch, se desvive para defender los valores cristianos, la familia tradicional y lo que él considera civilización europea; lo mismito que nuestros conservadores de la derecha de toda la vida bajo la batuta de personajes bien conocidos y muy asiduos a las pantallas, ondas ...(...)

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