12 diciembre 2006

Seguimos avanzando al precipicio

El 1 de diciembre se recordaba en todo el mundo la pandemia del sida, que sigue siendo un peligro, una amenaza que ataca al débil, al ignorante, a la víctima por definición. Estudiantes de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid tuvieron la poco original idea de repartir preservativos, fue una especie de toque reivindicativo. Ante tamaña ofensa y osadía, los lúcidos amantes de la ciencia de diferentes colectivos ultracatólicos, cuyos órganos de opinión no es preciso recordar, lanzaron una campaña a los cuatro vientos que consistió en hacerse con la mayor cantidad de condones y pincharlos. Así defendían su derecho a vivir su sexualidad según su propia conciencia, con sus pecados bien confesados y con la penitencia bien cumplida. Fue algo así como mantener que tanto les da el "Amo a Laura" como el "Contagio a Laura", como el "Qué me importa que Laura se tire por la ventana". Supongo que les habrá venido bien la clase de religión. Tal actuación me trae al magín dos noticias, una habla del canibalismo entre neandertales, que habitaron la actual Asturias, algo que todos asumimos porque Darwin no sabía de genética y otra, la del obispo keniata, Bonifes Adoyo, que eleva monumentos contra la lógica, que quiere que el Museo Nacional de aquel país esconda en un rincón la riquísima y única colección de restos paleoantropológicos hallados en Kenia. Al obispo le molestan esos fósiles, esos huesos que dan testimonio del sorprendente parecido de sus antepasados en la escala evolutiva con determinadas especies animales aún supervivientes. No quiere que sean expuestos en público porque se desvía la atención del mensaje creacionista, políticamente correcto para la ortodoxia clerical. A ver, qué va a ser eso de airear las desvergüenzas en público; que sean verdad no implica que todo hijo de vecino sepa que lo de Adán y Eva es mitología. ¿Qué opina su gobierno? no sabe y no contesta. Frente a él, sólo algunos científicos con el paleontólogo Richard Leakey a la cabeza. No cabe duda, aquí encontramos otra razón para defender que los gobiernos sean laicos, porque donde una de las religiones manda, la ciencia desaparece de la vida pública, las principales víctimas de las teocracias son todas las religiones que no son la oficial y el derecho a ser aconfesional porque el camino de la teocracia es un sendero resbaladizo que acaba en un precipicio. Los fósiles hallados a lo largo del tiempo en la Cuenca del Lago Turkana son patrimonio de todos, de nuestra historia, no rehenes de la doctrina más poderosa. Y hablando de rehenes, seguimos siéndolo de nuestro gobierno y de nuestros poderes fácticos, como en una Kenia cualquiera y sin ánimo de faltar al respeto a nadie. Parece que ya está resuelto el mayor conflicto educativo del país, ya se sabe el número de horas de clase de religión católica que ocuparán las aulas para contar lo de Adán y Eva. Ya estamos salvados y además los que no se lo sepan repetirán curso. Perfecto. adogil@terra.es

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