19 diciembre 2006

¿Ha aprobado usted la ESO?

Más quiere llevar el soldado, los ojos en las espaldas de su capitán que tener los ojos de su capitán a sus espaldas. Lo que se manda, se oye. Lo que se ve, se imita. Quien ordena lo que no hace, deshace lo que ordena.
Política de Dios, gobierno de Cristo y tiranía de Satanás´, cap. XXII.
Francisco de Quevedo
Puede ser que esté usted pendiente de que le lleguen las notas de sus hijos e hijas que estudian la ESO, las leerá con atención, seguramente no entenderá el nombre de alguna asignatura y, por fin, tendrá que decir algo. Si sus descendientes ya son maduritos, 14 o 15 añitos, seguro que ya tiene una idea de por dónde vendrán los tiros, pero aún así podrá haber sorpresas. Puede ser que usted sea de aquellos padres que atienden a sus hijos en todas sus reivindicaciones, de los que están convencidos de que ellos siempre tienen razón y siempre son maltratados por la escuela. También pude ser que usted sea uno de aquellos que a los ocho años le dijo a su hijo que a partir de entonces se enfrentaría con sus mayores enemigos: la escuela y el profesor ambos le harían la vida imposible. Desde entonces su hijo se considerará responsable de sus actos y de los actos de los demás, tendrá siempre presente aquel mensaje "pobre de ti como te dejes suspender, ponte las pilas o te castigo a todo, para siempre". Pese a todo, y antes de recibir la buena nueva hágase un par de exámenes. El primero podría empezar por saber si es usted de los que están a pie de obra todas las santas tardes y no deja chatear hasta que sepan deletrear Uzbekistán al revés. También podría ser que usted sea de los que buscan para ese día la forma de contratar a un especialista en la disgregación del mundo soviético a 10 euros la hora para que su retoño se sepa los nombres de las doce regiones autónomas del tal país, su clima, su PIB y su densidad de población, porque el profesor del instituto no sabe lo que dice. También podría ser que usted sea de los que le importa un bledo si Uzbekistán es un país, un queso, o una especie de polonio radiactivo; allá el chaval si llega a casa con un 4. De todas formas, también puede ser de los que le dejan claro al jovenzuelo que tampoco es tan importante saberlo; su madre sí se lo sabe, pero trabaja de plumilla por 800 euros, usted no lo sabe y se saca pasta gansa vendiendo berlinas de representación a los nuevos ricos, que tampoco saben nada de los uzbecos. Usted sí es práctico y sabe lo que hay que hacer para que el chaval estudie y se entere de quién le paga la PlayStation. No se rompa la cabeza y hágase un segundo examen, piense que el adolescente respondón, el de los granos y los cables auriculares, se sabe el autor de El estudiante de Salamanca, sabe usar la Regla de Ruffini en los polinomios; lo de que muchos aminoácidos forman proteínas no tiene misterios para él, incluso sabe encontrar el complemento indirecto en la oración "Te lo traigo mañana"; no digamos nada de lo peligros que usted ve en el E301 y que él conoce como inocuo ascorbato sódico. No sé si Quevedo le daría el visto bueno.

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