20 julio 2006

Lenguas e identidades (yII)

Recuperamos hoy las diatribas sobre lenguas y países, naciones y demás instrumentos de organización política, y lo hacemos recordando algunos ejemplos que nos sirven para demostrar que diferencias étnicas haberlas, haylas, que las comunidades que conviven más o menos en armonía comparten algo así como valores y principios, algo muy general y extenso, pero que todos podemos comprender más o menos qué es. También sabemos que estos convecinos reaccionan de forma parecida ante situaciones similares y que la palabra es fundamental puesto que por medio de ella se manifiestan las personas y se transmiten esos mensajes elaborados, es decir, es muy importante, pero sólo para eso, para la comunicación. Viene a cuento ahora recordar el ya clásico ejemplo de Rosenthal (1974) que se denominó como las cajas mágicas o las cajas parlantes, en resumen lo que hicieron los ávidos investigadores fue introducir dos grabaciones con el mismo mensaje en dos cajas iguales, sin marcas externas, en una de ellas estaba elaborado en inglés con acento de hablantes negros y en la otra con acento de hablantes blancos; las dos grabaciones se presentaron ante un auditorio de niños y niñas de ambas razas; después de que las escuchasen, se les propuso escoger una de las cajas y la inmensa mayoría escogió el acento correspondiente a su raza. Una curiosidad perversa, a los conejillos de indias se les había prometido un premio y no faltaron los niños negros que escogieron la misma caja que los niños blancos; creo recordar que, mayoritariamente, confesaron que habían elegido el acento blanco porque lo habían reconocido y suponían que el premio sería mejor. Quedaba claro que se identificaban con una forma de hablar, pero que su forma de hablar no marcaba su identidad. (...)

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