23 mayo 2006

Los jefes de negociado y el negocio de los jefes

Cuando tratas de jugar con las palabras, cuando lo que procuras es entender lo que oyes o lees, hay veces que el diccionario te apalea sin piedad. Sin ir más allá, piensen en la palabra negocio, la tenemos interiorizada como la legítima actividad mercantil, la que se refiere a la compraventa de bienes, servicios y voluntades. Sí, las voluntades se compran y se venden y no hay que acudir a los clásicos ejemplos del transfuguismo para demostrarlo. Si nos fijamos en el origen de la palabra, comprobamos que es el nec otium de los latinos, es decir, la negación del ocio; siempre teniendo en cuenta que, para aquellos, el ocio era la ocupación del tiempo libre, no el trabajo productivo; era la guerra, las conquistas y esas cosas en las que se ocupan los imperios. Con el tiempo el referente de la palabreja en cuestión evoluciona para terminar significando lo que todos entendemos: los poderosos conquistan, no están ociosos. Si rebuscamos en la familia del término negocio, a cualquiera se le ocurrirán palabras como negociador -los hay buenos y malos, pero son siempre necesarios-, como negociantes (...)

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