26 enero 2006

Sacristías, cuartos de banderas y nichos étnicos

Y es que nada hay peor que el maridaje de la mentalidad de cuartel con la de sacristía". (Miguel de Unamuno a su amigo bilbaíno Quintín de Torre. Salamanca 1-12-1936)
Heme aquí, pues, titubeante aún sin saber qué hacer cuando un jovenzuelo de treinta primaveras, funcionario, que cursó su buen BUP, que acudió a un centro superior de elite en Zaragoza, público por supuesto, que obtuvo empleo fijo con haberes en mano y en especie, que aún así desconoce sus mínimos derechos y deberes y se propone, para mayor gloria de su buen nombre, zarandear a sus subordinados ante su jefe y así decir que no le mola. Ahora me planteo si no habrían sido las cosas de otra forma de haber recibido este sujeto normas de comportamiento a tiempo y así saber cómo y cuándo ha de salvar a la patria. Si me escarbo un poco más en las meninges, afirmo que hubo más ocasiones perdidas para lograr más y mejor convivencia sostenible y pienso en monseñores que, muy jóvenes, fueron aislados del mundo, del demonio y de la carne para ser formados en la salvación, ahora sí, de las almas de los que las tengan. Allí consiguieron cargo remunerado y patente de corso. Compruebo que su formación ciudadana es muy deficiente, no se ven inmersos en el mogollón de lo cotidiano y se creen imbuidos de gracias, dones especiales, que les sirven para poner a caldo a diputados, biólogos, filósofos, médicos... (sigue)

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