04 febrero 2014

Un ejemplo novelado de convivencia en el País Vasco

http://www.laopinioncoruna.es/opinion/2014/02/04/ejemplo-novelado-convivencia-pais-vasco/808128.html

Ya ha llovido lo suyo y sigue habiendo diversas opiniones sobre la necesidad de la pacificación, de la convivencia en el País Vasco. Me convencen los que se empeñan en que las soluciones inmediatas no servirán, que los problemas familiares, de vecindario, de peñas y pandillas tienen heridas profundas que no cicatrizarán mientras no haya voluntad y no pasen un par de generaciones entre la violencia y la posible convivencia. Los más lúcidos no ocultan la base de la solución, la educación, mientras no se cree el marco adecuado y se desmitifiquen los tabúes, desde las guerras carlistas, el problema tardará en resolverse.
Esta reflexión prestada tiene un corolario, no se puede censurar el debate, la información, a los escolares; la historia próxima pasada, como la ya más ausente de testigos, ha de estar presente en las escuelas e institutos. La juventud que vive en el País Vasco no puede verse privada del conocimiento que se hurtó a varias generaciones sobre lo ocurrido en la guerra civil en el resto de España y sobre el terrorismo en las últimas décadas.
Desde hace tiempo, y últimamente se agudiza la polémica, el problema de todas las víctimas dentro y fuera del País Vasco está en la punta de iceberg repleta de piedras arrojadizas entre los que aún no han superado el duelo de sus muertos. El terrorismo ha remarcado y puesto fronteras ideológicas, políticas e, incluso lingüísticas, a la convivencia en los entierros y funerales; hoy, con las excarcelaciones forzadas por la legalidad, ahondan en la herida de la que se aprovechan buitres políticos de toda calaña. La herencia franquista y su represión en una larguísima posguerra han abonado unos prados en los que crecen los rencores y la justa memoria, pero que no es exclusiva de los vascos y tiene ya muchas referencias literarias, hoy comentaremos alguna.
Mi experiencia con la obra de Ramiro Pinilla nace leyendo y conservando Antonio B...El Rojo, ciudadano de tercera desde 1978, allí se narra, desde el realismo puro, la historia de un leonés del medio rural, con vivencias duras, que le apartan de su entorno, sus enfrentamientos con la autoridad, con su vecindario, maltratado por todos, por cárceles y penales hasta que llega a Vizcaya, donde recompone su vida. Es una posguerra realista, repleta de emoción.
Desde entonces, evidentemente he seguido la trilogía Verdes valles, colinas rojas, plagada de premios y reconocimientos tardíos; siempre desde su zulo, desde su autopublicación, de su casi clandestinidad.
Pinilla inicia la saga de Samuel Esparta, en homenaje al Sam Spade de Hammett, personaje que protagoniza un par de novelas (Solo un muerto más en 2009 y El cementerio vacío en 2013). El protagonista no es más que un librero, escritor y detective por necesidad que se ve envuelto en peripecias del Getxo de la posguerra, Sancho Bordaberri, al que siempre acompaña su contrapunto, su ayudante Koldobike, como escudera, secretaria, ayudante en la librería, digamos que un dúo como el par de manchegos cervantinos.
En la que nos ofreció hace unos meses encontramos la muerte de una chica, el maketo preventivamente acusado sin juicio, la represión?nos enredan en la trama del asesinato por amor que quiere justificarse por razones étnicas, políticas y fronterizas. La clave la hallaremos en la leyenda tradicional, cuando una joven muere, será enterrada y destinada a que sus restos sean absorbidos misteriosamente por el Cantábrico, mientras algunos tratan de envolver su muerte en conspiraciones absurdas que dejen una tradición a salvaguarda en la cual los malos vienen de la otra orilla. En resumen, no hay convivencia normalizada aunque las indagaciones y esclarecimientos de nuestros protagonistas ponen su granito de arena para conseguirla.

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