11 febrero 2014

Galdós y los dibujos animados

http://www.laopinioncoruna.es/opinion/2014/02/11/galdos-dibujos-animados/810456.html

Hoy les confieso un poco de aburrimiento y desidia, pocas ganas de trabajar. ¿Para qué exponerse al folio? Es monótono y, por lo tanto, optaré por la faena menos complicada, la que ya está escrita, la que desde hace años nos ilumina y es imposible dejar de tener como referente; la que es imprescindible recordar y leer cada vez más, con permiso de la directora del periódico y de don Benito.
No sé qué habrá pasado con la hija del rey en Mallorca, la verdad es que me importa poco. Me provocan más ira las declaraciones de ciertos personajillos de medio pelo de la política local, regional, incluso nacional que salen al paso de las denuncias de enchufes y mordidas (pokémones y pikachus) con declaraciones del tipo de "quién no haría lo mismo por un amigo que se encuentra en apuros" y lo dicen desde un puesto público, pagado por todos, cómo no va a hacerlo, si es de los suyos y está en apuros -o no-, se llama a la empresa concesionaria del servicio público privatizado y se le coloca, ¡vamos hombre, faltaría más! ¡Hoy por ti, mañana por mí!
La verdad es que todos estos procesos a los que ponen nombres de dibujos animados nos retrotraen al Galdós más puro y genuino; como les he prometido citas, ahí va la primera en la que reflexiona sobre la actitud y comportamiento de los partidos conservador y liberal durante el XIX: "Los dos partidos que se han concordado para turnarse pacíficamente en el poder son dos manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el presupuesto. Carecen de ideales, ningún fin elevado los mueve; no mejorarán en lo más mínimo las condiciones de vida de esta infeliz raza, pobrísima y analfabeta. (?) No acometerán ni el problema religioso, ni el económico, ni el educativo; no harán más que burocracia pura, caciquismo, estéril trabajo de recomendaciones, favores a los amigotes, legislar sin ninguna eficacia práctica, y adelante con los farolitos...". Benito Pérez Galdós, Cánovas (1912).
No es mi intención extrapolar contextos, Cánovas y Sagasta no son el ramillete que nos gobierna, pero se non é vero é ben trovato.
Son varias las novelas (Miau, La desheredada, Tormento, La de Bringas, Fortunata y Jacinta...) en las que podemos encontrar la figura del cesante, aquel contratado por las administraciones con criterios clientelares, que tuvo solución con la implantación de la función pública independiente de los vaivenes políticos y que hoy vemos en peligro con las privatizaciones y los enchufes crónicos.
Muy interesante esta dura crítica que publicó Galdós contra el sistema político de la España de la Restauración. Sorprende su vigencia, más de un siglo después. En todo ese tiempo España ha cambiado mucho, ciertamente, pero, según vemos, muchas cosas siguen siendo esencialmente iguales, ya aparecen de nuevo los cesantes en las empresas concesionarias, cuando las elecciones provocan el cambio de turno. Recordémosle otra vez en La España de Hoy (1901): "Llegado el momento de abrir bien los ojos y de ver en toda su desnudez y fealdad el error cometido, ¿puede un país ser indefinidamente testigo y víctima callada del mal que padece sin ponerle remedio? Imposible. Los hombres de más saber político reconocen que así no se puede seguir, y forcejean dentro de la red que ellos mismos han tejido, y que les entorpece para toda obra grande de reforma. Pero ninguno se decide a romperla con arte, destruyendo siquiera alguna malla por donde sacar un dedo, después una mano, y llegar por sucesivas rupturas de hilos a la libertad de esta desgraciada nación, esclava de lo que aquí llamamos caciquismo, tristísima repetición de los tiempos feudales y de las demasías de unos cuantos señores, árbitros de los derechos y de los intereses de los ciudadanos".

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