13 julio 2010

Otra vuelta al fracaso escolar

En los últimos meses, semanas, han visto la luz varios estudios que valoran causas y efectos del llamado abandono educativo temprano. Personalmente prefiero seguir la tradicional denominación de fracaso escolar, como el referido al fracaso de la escuela, no del escolar. En ellos se constatan mejor realidades como que el fracaso y el abandono no aparecen de repente, la desvinculación escolar-escuela nace y crece antes de que aparezca, de que se manifieste como un problema. Ya reconocemos, por fin, que uno de cada diez alumnos de Primaria no cursa el curso correspondiente a su edad, que ese parámetro en la Secundaria obligatoria puede llegar a cerca de 30%, dependiendo de la región y que poco más del 70% del alumnado que comienza el Bachillerato logra acabarlo, estas cifras se agravan si consideramos que poco más del 60% se gradúa en Bachillerato o en ciclo medio de FP. Los factores de riesgo están también muy analizados, ellos fracasan más que ellas; el nivel económico y cultural de los padres constata que los hijos de clases bajas y sin estudios tienen casi la mitad de los boletos para fracasar, mientras que los hijos de la clase media y de padres con estudios sólo un 20% de papeletas para el abandono. ¿Qué decir de los inmigrantes? Fracasan más del 55%, pero es que además suelen coincidir en sus casos los peores indicadores socioeconómicos. El proceso de abandono suele comenzar, decíamos, con la desvinculación, los problemas de absentismo suelen muy graves, más del 90% tiene 225 faltas de asistencia injustificadas. Alrededor de este porcentaje están los que han repetido algún curso y casi la mitad han dejado de presentarse a algunos exámenes de determinadas asignaturas. Los casos de indisciplina también son evidentes, se concentran en el primer ciclo de la Secundaria obligatoria, el 60%, mientras que en Bachillerato son muy escasos. Los protagonistas valoran muy poco la eficacia de la escuela para su formación, la que encuentran en el puesto de trabajo es más gratificante para ellos. Las familias presionan, pero pesa más el atractivo de un mal empleo que facilita el acceso fácil al consumo y a cierta independencia. Es más, el fracasado no tiene conciencia de tal, piensa que ya ha abandonado el útero protector de la escuela y ya ha llegado a la edad adulta. La conclusión no puede ser más evidente, esta sociedad ha de replantearse la escuela que precisa. Muchos dicen que es cuestión de prestigio de la institución, pero esto no se dicta desde el BOE y por lo tanto la flexibilización ha de pasar a ser la clave que ocupe los recursos públicos que sin duda han de incrementarse para que la institución resurja y se actualice. El los países que triunfan en PISA, por ejemplo, la escuela comprensiva da herramientas a la generalidad del alumnado y se preocupa, sobre todo, de detectar a tiempo al que se puede quedar descolgado; ahí y entonces es cuando el grupo de profesionales se vuelca en su recuperación por medio de la atención personalizada. Aquí nos seguimos recreando en los brillantes, nos vemos en el espejo, y nos consideramos impotentes e irresponsables con el rezagado e inadaptado. Los cambios de referentes sociales han de ser potenciados por las familias, la escuela podría hacer el resto, por lo menos intentarlo.

No hay comentarios: