19 mayo 2009

¿Precisamos un Papa lingüístico?

Cuando a mi amigo Curro se le asoma un contertuliano con la fresca, al anochecer, proponiéndole cualquier aventura fuera de lo normal, bien sea un fin de semana en Ayamonte o una simple manzanilla en el Habana de Sanlúcar, pueden pasar dos cosas, que estemos a día diez y la cosa no vaya mal o que estemos a día diez y Curro tenga problemas, como él dice, "ecuménicos", es decir, que tenga un par de imprevistos y, por lo tanto, su capacidad de conocer mundo se vea capitalmente disminuida. Bromas aparte, lo de conocer mundo está bien y el Papa de los católicos es un buen viajero; no sé yo si será tan buen diplomático; pero bueno, es cosa suya y de los suyos. Estos días de ahí atrás estuvo por Israel y me dio la impresión de que se metió en camisas de once varas. No sé a qué clientela perseguía, pero esa especie de misa concelebrada con un rabino de medio pelo y un imán del que no se sabe ni el nombre no dan la impresión de un éxito ecuménico ni económico. Porque, claro está, estas misiones diplomáticas nunca son inocentes o bien buscan la unificación territorial, doctrinal en este caso, o buscan el ecumenismo petrolífero. No le veo yo resultados que promuevan los fuegos de artificio. Esto de tener un Papa esta bien, no me digan que no. A fin de cuentas, contar con un Botín, o un Ortega, o un Obama, con un buen dedo para dirigir es un chollo; pero estos tres ejemplos que les cuento no son buenos ejemplos, porque se les caen los palos del sombrajo a la mínima que se despisten. Aquí necesitamos otras categorías; en Galicia somos otra cosa, el coche y la hipoteca ya nos los facilita Zapatero con esas subvenciones remasterizadas. Nuestra necesidad ineludible es la lingüística, es que no sabemos qué hablar, ni qué escribir. Zumba que te zumba están a diario con las monsergas, es cierto que el pueblo municipal y espeso se abstiene de opinar, porque habla en la lengua que le da la gana y es libre de decir lo que le venga en gana. Pero a cada instante anhelo más la llegada de un Papa lingüístico, alguien que nos revele la verdad absoluta, alguien que nos diga si este 17 de mayo lo hicimos bien o mal, alguien que nos diga si en Galicia tenemos que ser monolingües, si tenemos que ser bilingües o si cada uno puede ser lo que quiera con el permiso y el respeto debido a los demás. Esto es complejo, insisto en el modelo religioso, porque a los católicos les va dando buen resultado lo del Mesías, los profetas y demás mitos; a los demás monoteístas también les va bien; pero bueno, por quedarnos con lo más cercano, quedémonos con los que hacen milagros, es lo que nos hace falta. No creo que el buen hombre que se ha hecho cargo del asunto este de la Política Lingüística tenga esas gracias divinas, pero esperemos que sea capaz de templar gaitas entre los cuatro aprovechados que sacan rendimiento editorial y académico anual tal día como anteayer, los iluminados que le siguen buscando las esquinas a la Mesa Camilla de Ramón Piñeiro y los ciudadanos con vecindad administrativa en Galicia.

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