19 abril 2006

El aniversario y la procesión

El cardenal Richelieu podría haber dicho, que caerían monarquías y repúblicas, pero que él permanecería; sabía latín el muy bendito perseguidor de los mosqueteros, el buen purpurado sabía de lo que hablaba, el venerable sabía que la institución a la que representaba le había dado la puntilla al Imperio Romano apuntándose a tiempo a la protesta en la lucha antiesclavista; aquello estaba agotado y una nueva clase social estaba tomando las riendas. Se animaron y consiguieron auparse con la manija del poder feudal, los nuevos poderosos les siguieron el apunte, fueron lo suficientemente listos como para saber que apoyándose en el brazo clerical, podrían mantenerse y perpetuarse en el poder, supieron dar a entender que tener un dios era un seguro a corto plazo, un talón al portador para que sus siervos gozasen de la posibilidad de mirar constantemente al cielo -casi nunca a su ombligo- y nunca a sus semejantes. Surgen voces discrepantes como en el Poema de Alfonso Onceno, se pone en cuarentena a la institución monárquica.(...)

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