03 enero 2017

Un paréntesis en la felicidad obligatoria

http://www.laopinioncoruna.es/opinion/2016/12/27/parentesis-felicidad-obligatoria/1137991.html

Una costumbre que ya es ancestral, en la que está prohibida la amargura, hasta el punto de que la que existe se esconde para que no perturbe la apariencia de bienestar, de amabilidad obligatoria y una amnesia repentina en la certeza de las crisis y una trinchera que intenta aislar los miedos que se han instalado en la sociedad.
Nos cuentan que vamos de aúpa y que para seguir así hay que culminar las reformas, vocablo este vinculado inexorablemente a recortes en el sistema de vida, a supresión de servicios del estado, a crisis financiera y a amenaza de colapso en las instituciones públicas.
Dicen que todo empezó con un problema puramente bancario y la epidemia ha llegado a las casas de la mayor parte de los ciudadanos del mundo occidental, en donde el efecto dominó amenaza con seguir tumbando fichas hasta que no quede ninguna. El drama de los parados sigue ahí, creciendo y arrojando fuera del sistema de subvenciones a quien cumpla los plazos. Gente desesperada en la cola de la sopa de la beneficencia.

Las reformas laborales facilitan los despidos, abaratan los salarios y empeoran las condiciones sin subir la contratación. Se prepara una reforma de pensiones para trabajar más años en un sistema que es incapaz de incorporar a los jóvenes al mercado laboral.
Todas estas contradicciones culminan en ayuntamientos y comunidades autónomas que están a punto de colapsarse por falta de financiación. Eso sí, los trenes de alta velocidad corren como locos por España, también en Navidad, aunque su destino sea, dentro de poco, ninguna parte.
Sigue habiendo jamón de cerdo ibérico, incluso dicen que ha bajado de precio por sobreproducción. Hay cursos de cortador de jamón y las gambas de Huelva y las nécoras gallegas salen de las pescaderías como si estuvieran ansiosas por llegar a las mesas. Es Navidad, un paréntesis en la tragedia que se avecina. Es obligatorio disimular.

Aún puede ser peor si eres supersticioso por la sencilla razón de que este año no se ha producido el milagro de la sangre de San Genaro, a pesar de contar con la presencia del papa Francisco, la sangre se ha mantenido en su estado sólido, lo cual se puede interpretar como un mal augurio e incluso como el vaticinio de una catástrofe. Podría ser una inminente erupción del Vesubio; pero más me inclino a pensar que los desastres vendrán acompañando a un 2016 que se apaga con un redoble de tambores, la crisis económica ya es política y llena de incertidumbre con elecciones en Holanda, Francia y Alemania, quizá también en Grecia e Italia, las instituciones europeas y los think tanks temen ahora que la escalada de violencia deje huella a corto plazo en los comicios, con la extrema derecha al alza y el peligro de que los principios y valores de los últimos sesenta años salten por los aires en sociedades que eran abiertas y ahora dispuestas a ceder derechos a cambio de un incierto ecosistema de seguridad y defensa en el que nos integran.

El plagio, la desvergüenza y la vagancia

http://www.laopinioncoruna.es/opinion/2016/12/20/plagio-desverguenza-vagancia/1136123.html

El tema está de actualidad y provoca la reflexión sobre qué pasa con los trabajos del señor rector magnífico de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, acusado de plagio por varios autores que vieron reproducidos fragmentos de sus obras, monografías, artículos y tesis, sin citar la autoría original.
Siempre nos dijeron que lo que no estaba en los clásicos griegos ya no era nuevo ni original; Eugenio D'Ors sentenció que si no es tradición, es plagio y Baroja nos sorprende siempre diciendo que todo lo que no es autobiografía es plagio; quizá por eso alguien habló del plagio como una de las bellas artes, refiriéndose a la imitación, a la reproducción, a la falsificación, sin fronteras bien definidas.
Se ha escrito que "En un lugar de la Mancha?" es un octosílabo del romance popular El amante apaleado y que "de cuyo nombre no quiero acordarme?" se inspira en el El conde Lucanor: "Señor conde -dixo Patronio-, en una tierra de que me non acuerdo el nombre, avía un rey?". Evidentemente nadie ha puesto reparos a Cervantes sobre sus lecturas, ni al Arcipreste de Hita sobre el poso -en el Libro de Buen Amor- de Ovidio, los goliardos o El collar de la paloma de Ibn Hazm de Córdoba.

Con la imprenta se simplifica la reproducción de los libros y aparece la piratería, el lucro que se obtiene de réplicas no autorizadas siempre es del impresor, no del autor, cuando se despierta el interés de las clases pudientes por los textos clásicos. En el S. XVIII inglés vemos el primer intento de legislar sobre los derechos de autor, concediéndoles privilegios para editar sus propias obras.
A partir de ahí en Occidente se adoptaron medidas para proteger la creación. En el ámbito anglosajón, surge el copyright y en Europa el derecho de autor, el primero defiende el derecho patrimonial o económico y el segundo reconoce además el derecho moral que el autor posee a divulgar su obra, su autoría y su integridad. Por un lado, podemos estar ante la simple piratería, hurto, robo y, por otro, el plagio del que se incauta de un bien inmaterial, aunque no tenga ánimo de lucro.

Es verdad que el plagio es imperdonable, pero eso no le impide al autor tratar temas que la colectividad le exige a cualquier estudioso, que ha de conocer lo ya sabido sobre un tema antes de pronunciarse; quizá por eso al señor rector en el candelero, acusado de gran cantidad de copias literales de páginas y páginas de obras de otros autores a los que no cita, haya que acusarlo de plagio; pero, sobre todo, de copión. Sus defensores argumentan que lo copiado no tiene relevancia académica ni sustancia científica, por lo tanto, el descrédito es mayor y la desvergüenza, supina; concedámosle que no copia ideas originales ¿solo copia páginas al peso por no molestarse en redactarlas? En su momento, a alguno de mis alumnos no le recriminaría la copia, sino la vagancia. Siempre terminamos diciendo "Todo está escrito", con Mario Benedetti, pero no será posible el renacimiento, día a día, de la creación y la divulgación con este magnífico rector.

PISA, otra vez

http://www.laopinioncoruna.es/opinion/2016/12/13/pisa-vez/1133953.html


Los habituales a este folio ya saben que desde antiguo les aburro con el tema, (21/12/2004, Hay comentarios mercantilistas y solapados sobre PISA (I)), incluso en la última ocasión (15/12/2015, ¿Bien educados en Finlandia?), casi prometí no reincidir; pero la carne es débil y servidor suponía que, una vez jubilado, se desentendería de estos temas; pero estaba equivocado, la cabra tira al monte sobre todo cuando desde el monte le disparan cañonazos de tan grueso calibre a la enseñanza pública como los diseñadores e interpretadores del informe PISA, recién salido de los hornos gobernados por el embajador en la OCDE, el exministro Wert, y la que allí lleva la manija de la educación, la exsecretaria de estado Montserrat Gomendio. A la sazón ambos residentes en París.
No me pararé en recordar qué es la OCDE y sus proyectos e intenciones exclusivamente económicos, simplemente quiero recordar unas frases escritas cuando celebré la despedida del ministro en estas páginas, (30/06/2015, Buen viaje, señor Wert) donde terminaba diciendo: "Solo un pequeño favor le pido: intervengan lo menos posible en las evaluaciones PISA -sé que para un sociólogo como usted, don José Ignacio, será difícil resistirse desde un puesto público o privado- pero acuérdese de que todos sabemos que la OCDE es un orientador para llevar el agua a los molinos privados más convenientes y que la editorial británica Pearson, la multinacional educativa más grande del mundo, dueña además del Financial Times y The Economist, logró el contrato para los exámenes de PISA y la exclusiva para la creación de la plataforma digital que los sustenta", eso sin tener en cuenta que Pearson utiliza PISA como cabeza de puente para manejar los hilos de la educación mundial en un plan ambicioso para comercializar sus productos y servicios.
Estas malintencionadas e inútiles estadísticas siempre traen polémica, pero la de este año es de traca, no se han puesto de acuerdo ni entre ellos, Wert y Gomendio se apuntan el tanto de que hacen falta reválidas, que esa es la causa de las diferencias entre comunidades; Méndez de Vigo sostiene que los docentes son lo mejor de lo mejor y que por eso se progresa; el consejero de Castilla-León se apunta a que su mayor apoyo a la enseñanza concertada eleva la puntuación de la comunidad; su colega gallego no se corta y manifiesta que sí, que ha habido recortes de personal y presupuestarios, y que aún así los resultados le dan la razón; pues nada, a seguir despidiendo docentes, que es la pócima que funciona.

Ha sido curioso que ahora Finlandia ya no salga tan bien parada en PISA. El poder de Pearson, que ya tuvo que pagar en EEUU una multa de más de siete millones de dólares por mezclar las actividades de sus fundaciones con sus negocios, llega a que se pregunten en Finlandia qué está fallando en su sistema de educativo, en vez de preguntarse qué falla en el informe para que un sistema como el finlandés parezca casi mediocre.
El informe no es sensible a la caída de las becas ni a la segregación y entienden que todo lo que ellos no evalúan se hace en casa. Siempre es delicado fijar cuál es el punto hasta el que llega el Estado y hasta dónde las familias. Aunque el padre de Manolito, el de Mafalda, pensase que no reporta beneficios saber que el Everest es navegable, seguramente es razonable que el Estado intente que Manolito sepa que el Everest no es un río, piense lo que piense su padre.

06 diciembre 2016

Intolerancia y fanatismo cercan la escuela

http://www.laopinioncoruna.es/opinion/2013/04/02/intolerancia-fanatismo-cercan-escuela/707672.html


Shahnaz Nazli, una maestra de 41 años de una escuela para niñas cercana a la ciudad de Jamrud en Peshawar, Pakistán, fue asesinada el 26 de marzo mientras se dirigía a la escuela. Varios hombres armados abrieron fuego contra la señora Nazli cuando se encontraba a 200 metros, huyendo tras alcanzar su objetivo. El director la llevó al hospital local, pero Shahnaz murió tres horas después a consecuencia de las heridas de bala. Su delito fue enseñar a las niñas.
La mayoría de organizaciones de profesionales de la educación se hacen eco de las condenas y, en su tarea de velar por el derecho a la educación y por los derechos de los educadores, se comprometen a hacer todo lo posible para garantizar que su muerte sea condenada, y presionar a las autoridades pakistaníes para que garanticen la seguridad de profesores y de su alumnado dentro y fuera de la escuela. Se trata de que "las escuelas sean santuarios seguros", organizaciones de todo tipo instan a la comunidad internacional a actuar para prevenir que se vulnere el derecho a la educación, a garantizar la seguridad y la protección de los estudiantes, de los maestros y a poner fin a la impunidad con la que actúan los que se creen -y demuestran ser- señores de horca y cuchillo a la hora de controlar qué se enseña y a quién se enseña.
Este oficio siempre fue de riesgo, en mayor o menor medida lo sigue siendo, el poder siempre lo ha visto con recelo y siempre ha tratado de domesticarlo y usarlo a su servicio. El asesinato de la maestra Shahnaz Nazli pone de manifiesto, una vez más, los peligros a los que los profesores se enfrentan cada día en situaciones adversas.
No puede haber tolerancia con la violencia contra docentes en general, en particular profesoras y alumnas. Carece de sentido pensar en ningún tipo de desarrollo o progreso en cualquier lugar del mundo si las personas que dedican su vida profesional a los niños no son capaces de ejercer su trabajo en libertad.
La muerte de Shahnaz Nazli y el atentado contra la vida de Malala Yousafzai nos muestran que en Pakistán se ha llegado a una encrucijada en la que se enfrentan quienes niegan a las mujeres el derecho humano a la educación y quienes desean proteger ese derecho a toda costa. Es hora de que las autoridades paquistaníes prediquen con el ejemplo y hagan lo correcto. El futuro de sus hijas, de su país, depende de ello.
De ninguna forma hay que ver episodios como los anteriores desde el punto de vista del observador internacional descansado en la cultura occidental que se consuela diciendo que es producto de extremismos islamistas. Todo descerebrado neonazi busca sus preferentes objetivos en institutos y universidades, eso sí, del mundo cristiano, civilizado. Las persecuciones, las vigilancias, esa especie de sutil escrache -tan de moda estos días- se sigue propiciando desde muchas instancias políticas y religiosas. No es baladí que en determinadas comunidades el desmantelamiento de la escuela pública se haga a velocidades siderales para favorecer la enseñanza confesional. No es casualidad que a los mozalbetes del partido en el gobierno se les encargue una campaña de denuncia anónima contra sus profesores por supuestos adoctrinamientos, todo un escrache clandestino digo de ultracachorros. Cría cuervos y tendrás muchos, además, te sacarán los ojos.


Eduardo Mendoza, una vela, una estufa de butano...

http://www.laopinioncoruna.es/opinion/2016/12/06/eduardo-mendoza-vela-estufa-butano/1132069.html

Supongo que, después de recordar a la señora de Reus abrasada por una vela, habrán leído que dos hombres de 50 años, más o menos, con domicilio fiscal en una furgoneta estacionada en un descampado madrileño y de profesión fontaneros, murieron hace pocos días porque su mayor posesión era una estufa de butano asesina.
Tragedias que casualmente salen a la luz, que algún genio podría distanciarse de ellas, parodiarlas y partírnoslas en la cara. Ojalá Mendoza, el reciente premio Cervantes, se pusiese a ello. Evidentemente no espero que elija como objeto de sus caricaturas a las víctimas de estas masacres, seguro que él encontraría a los culpables en los barrios pijos a los que parodiar, ridiculizar y presentarnos como los sepulcros blanqueados que son en realidad; con ese humor tan cercano a nuestros traviesos como el Arcipreste de Hita, Cervantes, Quevedo, Gómez de la Serna o el propio Valle-Inclán.
Como ellos deshace y rehace el realismo buscando un purgante, la risa; el mismo que Gila buscaba cuando nos contaba aquellas historias en las que "sí, le habíamos matado al hijo; pero y lo que nos reímos". El sarcasmo y la parodia pueden alejar del maniqueísmo como el anarquismo español en La verdad sobre el caso Savolta o la transición en El misterio de la cripta embrujada y El laberinto de las aceitunas o el franquismo en Una comedia ligera .

Quizá haya algún estudio que explique su fijación con los locos y los marcianos; en la serie del detective loco, El misterio de la cripta embrujada (1979), El laberinto de las aceitunas (1982) y La aventura del tocador de señoras (2001), donde la locura es la libertad para hacer un repaso crítico a la sociedad. La segunda serie podría ser la de los extraterrestres, Sin noticias de Gurb (1991) El último trayecto de Horacio Dos (2002). Aquí nosotros somos los locos, la raíz y causa de todo absurdo; la crítica abarca todo Occidente y sus formas de vida.
Mendoza muestra una tendencia natural a jugar con el idioma, al que trata sin respeto, no se inhibe a la hora de crear neologismos, pero reniega de anglicismos. No falta la ironía, el sarcasmo y la sátira que mezcla humor, ingenio y actitud crítica elegante.
En resumen, fustiga a una sociedad imperfecta, denuncia la falta de valores y el cinismo, censura las conductas agresivas, el racismo del español, su nivel cultural deplorable, no podía faltar tampoco la sátira religiosa, burlándose de la castidad y la supuesta pobreza, la sátira política, hace balance de la situación actual y descubre un panorama desolador, paro, incultura, empresariado usurero, leyes estúpidas, corrupción?
Toda esta perspectiva desesperanzadora se resume magníficamente en una frase puesta en boca de un ministro con la que Eduardo Mendoza ofrece valientemente su opinión sobre el estamento político. El ministro, como colofón a un discurso ante su partido, afirma vehementemente:
"No, amigos, no nos moverán. Al fin y al cabo estamos donde estamos porque nos lo hemos ganado a pulso. Hubo una época en que el poder nos parecía un sueño inalcanzable. Éramos muy jóvenes, llevábamos barba, bigote, patillas y melena, tocábamos la guitarra, fumábamos marihuana, íbamos salidos y olíamos a rayos. Algunos habían estado en la cárcel por sus ideas; otros, en el exilio. Cuando finalmente el poder nos tocó en una rifa, voces se alzaron diciendo que no lo sabríamos ejercer. Se equivocaban. Lo supimos ejercer, a nuestra manera. Y aquí estamos. [...] El camino no ha sido fácil. Hemos sufrido reveses. Algunos de los nuestros han vuelto a la cárcel, bien que por motivos distintos. Pero, en lo esencial, no hemos cambiado. De coche, sí; y de casa; y de partido; y de mujer, varias veces, gracias a Dios. Pero seguimos con las mismas convicciones".

J. E. Zúñiga, de 1980 al Premio de las Letras hoy

http://www.laopinioncoruna.es/opinion/2016/11/29/j-e-zuniga-1980-premio/1129897.html


Evidentemente Juan Eduardo Zúñiga no empezó a escribir en 1980; pero para mí, sí; en aquel momento la curiosidad se podía ir curando con lecturas, con novedades que iban saliendo. Recordemos que al final del franquismo esperábamos que saliesen de los cajones de escritorio multitud de obras que no habían podido ser publicadas y tal avalancha, que pudiera recomponer nuestro pasado, no existió. Tampoco existía terreno seguro por el que pisar, la fragilidad obligaba a buscar verdades en otras fuentes.
Aún en aquellos años la guerra civil seguía siendo tabú, se estudiaba mal, los secretos familiares seguían ocultos, se precisaba alimento escrito, el realismo de Arturo Barea, Max Aub? iba quitando legañas y de vez en cuando soplaba aire fresco como fue el caso de J. E. Zúñiga que en ese año publica Largo noviembre de Madrid, al conocer el premio recordaba lecturas posteriores, pero necesité comprobar si aún conservaba aquella 1ª edición de Bruguera de 550 pesetas; costó un poco encontrarla, pero resistió las mudanzas.
El autor tenía siete años en el Madrid de noviembre del 36 y los hechos dejaron huella, nos lo demostró a lo largo de su vida, como maestro del cuento, con esta tragedia como su principal materia narrativa. "La guerra civil me llegó en un momento terrible, tan joven, me hirió, me perjudicó mucho, a una mente joven, (?). Yo no he podido olvidarlo y una parte de ello lo he recogido en mi obra", recuerda, aún con pesar, defendiendo la narración como reconstrucción de la memoria,

Hay una cita en el relato que abre el libro, Noviembre, La madre, 1936, que arroja un poco de luz sobre lo que estamos comentando: "nada se olvida (?) rehago pacientemente la foto rota en mil pedazos y recorro los caminos ilusionados de la infancia".
Los mejores relatos de Largo noviembre de Madrid son precisamente aquellos en que el autor ha reelaborado ese material de infancia fragmentado y recuperado. Esa creación aparece, por ejemplo, en la figura de la madre, el abrigo verde del refugiado que convive con las ratas en un Ruido extraño, o en la avaricia familiar desatada entre los dos hermanos que protagonizan Campos de Carabanchel. Forman parte de esa "foto rota en mil pedazos" el paisaje de escombros y cascotes de donde emerge como un fantasma un ciego, las calles a oscuras, los refugios atosigantes del metro y las lentejas cocidas flotando sobre el agua salada.
Sin embargo, el resultado es distinto en aquellos relatos en los que el autor no parte del recuerdo, sino que elabora materiales prestados y los recrea, el comerciante de armas del Hotel Florida, o los amantes que se citan al calor de la panadería en 10 de la noche. Cuartel del conde Duque, o la quintacolumnista que inunda el depósito de harinas.
El resultado es un fresco del Madrid sitiado, del cerco sobre las existencias de sus habitantes, anónimos antihéroes, pero con unos problemas humanos al alcance de los lectores todoterreno. La tragedia del sacrificio diario de vidas sirve de telón de fondo a los hechos sobrecogedores -como el ciego abandonado durante un bombardeo- que desfilan por cada relato.

Mentiras y verdades

http://www.laopinioncoruna.es/opinion/2016/11/22/mentiras-verdades/1127650.html

La semana pasada asistimos a un espectáculo absurdo sobre unas declaraciones inéditas off the record de Suárez hablando de la monarquía. Los que tienen, tenemos, la memoria más o menos en funcionamiento recordamos que había quedado "atado y bien atado" ese fleco, antes de que se diese por muerto oficialmente al dictador, con la oposición de los sectores más retrógrados del régimen y del ejército. La izquierda dio el asunto por amortizado para centrarse en temas de más enjundia y posibilismo; el PCE se sinceró sin vergüenza, apuntalando la transición, y el PSOE jugueteó al radicalismo de mentirijillas; hasta en la ponencia constitucional fue de farol.
Faltan algunas verdades de Suárez, en alguna ocasión ya recordé la existencia de una entrevista inédita de Vázquez Montalbán a Suárez, que -desaparecidos ambos- tendría que ver la luz.
Pero parece que se sigue acudiendo a mentiras interesadas o posverdades, como se les llama últimamente con ese neologismo (continuador de selfie, vapear y emoji) en una época la en que los hechos cuentan menos que la emoción, a cuenta de Colombia, el Brexit o Trump; pero que si lo pensamos bien, mentiras como esas ya formaron parte de nuestra educación sentimental y quizá de nuestra castración sentimental nacionalcatólica. No hace falta acudir a las posverdades de relatos infernales traumáticos en la infancia, porque hoy intentan bastantes monseñores recuperar llamamientos a la emoción, olvidando la razón.Sin duda estos juegos forman parte del deterioro democrático del que muchos culpan a las redes sociales, que sí difunden exponencialmente mentiras, pero mentiras o posverdades que alguien creó. El debate en democracia consiste en persuadir mediante la palabra, y no hay argumentación que valga si se basa en falsedades. La tecnología y los medios no existen aisladamente, ayudan a configurar la sociedad y son modelados por ella. Esto significa comprometerse como ciudadanos libres e iguales, hacer rendir cuentas al poder y asumir la responsabilidad de crear sociedad democrática.
Algo así ya lo vimos cuando nos impusieron otra posverdad, la posmodernidad, cuando no habíamos vivido la modernidad, todo era deconstrucción, alternativas, perspectivas, indeterminación, descentralización, disolución, diferencia? la muerte de la utopía. Logré entenderlo gracias, otra vez, a Vázquez Montalbán: "No asumo una posmodernidad ahistórica, y por eso planteo la necesidad de recuperar la voluntad de un cambio histórico, la posibilidad de un futuro que la posmodernidad nos había negado", sobre todo leyendo El pianista (1985), en la que destaca una reflexión ética sobre el papel del artista en la sociedad y una respuesta a la avanzadilla posmoderna. Una novela en tres períodos, la Barcelona de los ochenta; la ciudad en plena posguerra y, por fin, París en julio de 1936; el personaje del pianista como hilo conductor, como testigo, actor y sufridor de los distintos tiempos y acontecimientos históricos.

Cierto apego a la verdad resulta esencial para la salud de la democracia. Cuando la verdad pierde, no puede haber más democracia.