12 noviembre 2019

A veces me gustaría vivir en Bélgica


https://www.laopinioncoruna.es/opinion/2019/11/12/veces-gustaria-vivir-belgica/1451436.html


No se lo tomen a broma, lo de Bélgica seguro que es un paraíso. Un país creado hace poco más de 180 años entre Francia y Alemania para no darse de leches entre ellos otra vez más, un país dividido en dos por culpa de sus dos idiomas, de su artificialidad ¡sostenido aún por una monarquía! o viceversa.
No sé, siempre me entran dudas, cuando me lo planteo. El clima no me gusta y no es sano para la vitamina D; pero tampoco el noroeste galaico es la panacea para ponerse moreno y estar bien vitaminado, pese a lo que predican en la Rías Baixas, esa especie de Galifornia que le llaman ahora.
Por otro lado, puestos a comer mejillones, no hay color con los de Lorbé o Arousa. Pese a todo he de confesar que los mejores los he comido en Abejar (Soria), recién llegados de las bateas gallegas. Tampoco les aburriré con detalles posteriores a la degustación marisquera, en lo referente a los jovenzuelos costillares ovinos de la cabaña ganadera autóctona, sería cruel con el lector.
Pero, recuperando el hilo, todos me confiesan que los mejillones bruselenses no valen lo que cuestan y que el muñeco meón petrificado tampoco da para mucho en medio de una arquitectura sí merecedora de la visita.
Pero lo que nos importa es el gobierno ¿o no?. Ya es martes, ya hemos votado y aún no sabemos qué pasará, por lo tanto, mucha calma; como en Bélgica que pasan cientos y cientos de días sin conseguir un gobierno federal en serio y el país sigue funcionando. Ya sé, me dirán que es un país artificial, con dos comunidades poco relacionadas y que sigue funcionando gracias a que existe Bruselas y, allí plantados, tremendos bloques de edificios que albergan la bendita y, deseamos que duradera, burocracia de la Unión Europea que nos va salvando el pellejo pese a las broncas que tengamos con las cuotas de pesca, la política agraria común, los problemas de las migraciones o lo que nos pasará con el Brexit, entre otros conflictos. Aún así son más de once millones de habitantes que van saliendo adelante con un nivel de vida aceptable.
Comparen el mapa electoral belga con el nuestro, la recién nombrada primera ministra Wilmès, hasta entonces ministra encargada del presupuesto, de la función pública, de la lotería nacional y de la política científica; pero no me pidan explicaciones de cómo se guisa esa menestra. Después de año y medio de negociaciones, tiene un panorama poco halagüeño en un Parlamento en el que su partido liberal es el cuarto más votado con 14 escaños, después de los nacionalistas flamencos con 25, los socialistas francófonos con 20 y los ultras flamencos con 18 escaños y otras formaciones menores.

¿Se pueden imaginar aquí una situación semejante con el resultado del domingo y una solución que salga a flote? Como diría el maestro M.A. Aguilar, veremos

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