21 agosto 2018

No me gustan los catecismos; las novelas, sí


https://www.laopinioncoruna.es/opinion/2018/08/21/gustan-catecismos-novelas/1321000.html



No me he preocupado por saber si ha habido más cambios en ese reglamento desde hace más de 50 años, ya estaba fuera de aquel apuro memorístico, aunque sus torturas durasen algunos años más; pero he leído que la nueva edición renovada condena la pena de muerte, tantos siglos después. No puedo entender que tantos seguidores de esa iglesia hayan estado apoyando ese comportamiento durante tanto tiempo. No sé si esta nueva edición pone algo sobre los abusos de los pederastas, clérigos ellos, que ahora se apuran a condenar, de boquilla; no sé de ninguno que cumpla pena de privación de libertad según las leyes civiles.Parece ser que el Estado Vaticano ha reeditado y renovado ese manual que a los 9 años, más o menos, nos daba la oportunidad de ingresar en el aquel antiguo bachillerato si nos lo sabíamos al dedillo y no preguntábamos nada de lo que no entendíamos, nada es nada.
Puesto que ya queda claro en el título, que se apañen los crédulos, que prefiero divulgar novelas; novelas poco conocidas, olvidadas, malditas por cuestiones morales, condenadas por la sociedad bienpensante de su momento. Estoy refiriéndome a la novela erótica, galante para los eruditos, del primer tercio del siglo pasado. Durante esas décadas seguían siendo los próceres del 98 y los jóvenes del 27 los que se repartieron la fama y los estudios críticos; recientemente se recupera la memoria de las escritoras de la época, Las sin sombrero; pero queda mucho en el tintero. Desde el punto de vista sociológico está constatado que las colecciones semanales de cuentos y novelas cortas gozaron de buena salud, de suerte que aún podemos recuperarlas en librerías de viejo. La nómina sería muy larga, Eduardo Zamacois, Felipe Trigo, Alberto Insúa, Belda, López de Haro, Emilio Carrere, Antonio de Hoyos y Vinent y tantos más; pero nos centraremos en dar cuatro pinceladas de este último. Hoyos es un aristócrata de alta cuna, esmerada educación que se empeña en arreglar cuentas con su clase social, viviendo a su libre albedrío, por lo que los hipócritas morales llevaron a este peculiar ácrata a morir en la prisión madrileña de Porlier. Para botón de muestra solo un par de comentarios de El crimen del fauno, una novelita erótica, con siete episodios cerrados de lectura independiente en los cuales subyace el motivo que da unidad a la trama y a la obra, el mito del fauno, concretado en tres personajes, Paloma, Silvio e Isidro, triángulo de tensión argumental alternando escenarios, bucólicos, asfixiantes estancias monacales con los brillos y oros decadentes de un prostíbulo de pueblo venido a menos decorado con carteles de toreo y figuras de bailaoras.

Es este uno de los grandes aciertos de la obra, la alternancia de elementos religiosos, enfrentados al brutalismo de las gentes del lugar, faunos y faunesas embriagados que se entregan al placer. Trufado todo de leguaje preciosista, a veces, y tremendista en otras, siempre rico en matices seductores.

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