24 julio 2018

Ojalá Leonardo Sciascia siguiese hablando de las mafias


https://www.laopinioncoruna.es/opinion/2018/07/24/ojala-leonardo-sciascia-siguiese-hablando/1312943.html

Me gustaría saber qué escribiría Sciascia de la Italia de hoy, pero se nos fue pronto (1989), a los 68 años. En Sicilia, su isla bella y severa, ajena al progreso, martirizada por la historia borbónica y la mafia, despreciada por el mundo. Sería impagable que aquella voz que se enfrentó, no solo a la mafia, sino a todos los beneficiados directa o indirectamente de ella, fuese oída hoy por el gobierno de Conte, Salvini, Luigi di Maio y demás calaña.
Frente a intelectuales cortesanos, conformistas, su vida la dedicó a estar en la oposición. La democracia, sostenía, no es impotente para combatir la injusticia. Confiaba en el instrumento que la tiranía no tiene, el derecho, aunque fue siempre escéptico con el estado italiano infiltrado de capos y purpurados.
Pero, aunque la mafia fue el eje de sus preocupaciones italianas, hoy estarían superadas en la mar de Sicilia, incluso el asesinato de Aldo Moro y las connivencias que deshicieron el sistema político italiano con curas pululando mudos ante la desgracia, como suele ocurrir en sus relatos; la corrupción y el asesinato ocurren en el corazón mismo de la elite católica. La sicilianización de la que hablaba, hoy sería la globalización del crimen de estado protegiendo fronteras, una metáfora del mundo moderno, una pérdida progresiva del valor de las ideas.
Sciascia fue una de las conciencias más sólidas de Italia, se suicidó socialmente el 10 de enero de 1987 cuando se empeñó en publicar en el Corriere della Sera un ríspido artículo contra lo políticamente correcto, contra lo inmutable, contra la verdad absoluta de la historia o la de los dioses. En Los profesionales de la antimafia, acusó a los más venerados del momento, Orlando -alcalde de Palermo- y Borsellino -magistrado asesinado por la mafia- de utilizar una causa noble en beneficio de sus carreras.

El mundo se le echó encima, la primera víctima de la guerra es la verdad. Algo similar ocurre, no solo en Italia, con las emergencias humanitarias. La duda no debe ofender. El fanatismo, sí. Han pasado muchos años. La barbarie sigue próspera. Y su verdad incómoda se ha visto refrendada por el tiempo y por el propio capo Totto Riina aportando datos sobre aquel cónclave en Milán donde políticos y hombres de negocios planificaron los necesarios asesinatos; entre ellos el que partía el bacalao era el incombustible Silvio Berlusconi. Este ejemplar sigue a lo suyo, aunque no gobierne oficialmente. Sciascia tendría que seguir contándonoslo todo, porque ahora nos dicen que hay otras mafias en el Mediterráneo, seguro que para él serían las mismas, las que matan a las dos orillas. No sabemos, aunque sospechamos, qué opina Pablo Casado.

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