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¿ESCARAMUZAS
ROCAMBOLESCAS?
“Se ha leído los cuarenta tomos de
Rocambole”
“Daban más miedo que el Rocambole”
Las cinco advertencias de Satanás. Enrique Jardiel Poncela. (1935)
Mientras,
la vida sigue; me refiero a la laboral, la económica, la de la migración
forzada por motivos varios; sigue porque nos persiguen realidades casi
virtuales, como las que dicen se ven con esa especie de gafa de buzo de
realidad aumentada.
Pues eso, mientras
todo fluye –maldita expresión de moda- nos encontramos ante señores fugados a
los que la policía no persigue, señores juzgados que se presentan ante un
tribunal mofándose y pretendiendo dilatar procesos, presidentes que tienen que
mirar a ver qué hacen con las trincheras salariales y con los recursos
necesarios para evitar más sangre a manos de los depredadores de las carreteras
secundarias. Mientras todo eso ocurre no se me viene a la memoria nada más que Scaramouche un personaje de la comedia
del arte –junto a criados, y enamorados-
dentro del triángulo satírico del poder: el económico, el intelectual y,
el suyo, el militar, el capitán que resuelve pequeñas y rápidas riñas,
escaramuzas de matamoros con el traje negro de los españoles en Nápoles,
presumiendo de alta cuna y gloriosa existencia, a pesar de ser simples bufones.
El uniforme y la geografía la pueden actualizar a su gusto.
Quizá
también fuere el momento de rebuscar en “Las
aventuras de Rocambole”, el mítico personaje literario creado, a finales
del siglo XIX, por el vizconde francés Pierre Alexis Ponson de Terrail
aventurero en busca de emociones encabezando la guerrilla contra los alemanes
en la guerra franco-prusiana de 1870, huido a Burdeos para morir, quemado su
castillo y desbaratado su pequeño ejército.
Su
personaje de ficción, Rocambole,
intrépido y ladrón, huérfano adoptado por una retorcida vieja, se emplea en
todo tipo de tropelías hasta que es atrapado y da con sus huesos en la cárcel.
Diez años entre rejas son suficientes para redimirlo. Astuto, hábil, elegante,
cojo, vengador, los más atrevidos le encuentran tras la inspiración de Dickens
para crear su David Copperfiel y más
allá, tras la sombra de los personajes de Arthur Conan Doyle y del Arsenio Lupin de Maurice Leblanc. Ya me
parecen fuera de lugar extrapolaciones que ven en él a personajes como Battman, James Bond, el doctor House o las aventuras de Tintín. El caso es que el personaje nace
del género gótico, llega al folletín de aventuras y, más tarde, a la novela
gráfica; sólo en trece años, desde que el autor lo hace vivir en 1857 hasta que
muere con su creador en 1871.
Del
personaje y sus aventuras surgió la expresión rocambolesco, que señala
cualquier acción audaz o inverosímil como la que consiguió convertir a Rocambole en un héroe camaleónico con todos los
atractivos de la ficción, amparado por un noble, presidiario, líder de una
banda de ladrones, elegante, vengador, conocedor de secretos. Seguro que
conocemos a suficientes personajes rocambolescos que nos envuelven en sus
escaramuzas.
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