23 octubre 2008

La publicidad gratuita de los nacionalistas

Aquí todo blas ha de pagarse su publicidad; que quiere usted vender camisetas en tiempos de crisis, pues se inventa una campaña con una cervecera conocida y con un monologuista de Carballo que se preste a la maniobra; ganan todos y todos contentos.Con la propaganda política suceden cosas distintas. La primera en orden de importancia son las vallas, las cuñas, las páginas en la prensa, las web? todo a un módico precio, pero que se paga. La otra es la gratuita, la de los titulares a cuatro columnas en la que queda claro cuánto vale cada voto en el Parlamento para aprobar la Ley de Presupuestos.Un par de ejemplos, el par de votos de Quintana en Madrid valen 125 millones, lógicamente destinados -supongo que previo pacto con el sector de Touriño en los presupuestos de la autonomía- a las consellerías en las que ellos disponen el gasto, muy especialmente a la suya misma de la Dependencia. El otro ejemplo es el de en qué se van a gastar y cómo se refleja eso en los medios de comunicación; los de Bienestar preparan un programa para atender las comidas a domicilio de los mayores con problemas de movilidad. No recuerdo el nombre publicitario y no me pondré a buscarlo; pero en resumen es una especie de catering, en el que una furgonetas dejarán unas bandejas térmicas a los abuelos con unos menús adaptados a sus necesidades, con sus verduritas, su fruta, sus calorías bien medidas, pero, eso sí primando los productos gallegos. Ahora sí que me tocaron la fibra sensible, de forma que la propia Vicepresidencia de la Xunta puede ser que les ponga pegas a los beneficiarios del sistema para que puedan tomarse un buen salmorejo fresquito en agosto, a lo peor lo que estará mal visto es la paella, que los hidratos del arroz no son muy autóctonos. Estoy seguro de que nada de esto va a pasar, incluso estoy seguro de que en los menús habrá cerdo con bambú, rollitos de primavera y arroz tres delicias, pero ¿Qué necesidad había de poner esa coletilla de preferentemente lo gallego? Preferentemente, lo que diga el médico y, si puede ser de todo, mejor. Pero lo más cutre y penoso del caso es que el tal programa alimenticio está destinado a ochocientas personas en Galicia, es menos que una mala encuesta, el presupuesto a invertir -dicen que unos cuatro euros por barba- es minúsculo de solemnidad; pero gracias a tal ocurrencia benefactora los medios se han volcado en la publicidad -incluso servidor haciéndose eco- y los réditos han sido gratuitos, meros apuntes contables. Hablando de menús y de apuntes contables recibidos por correo electrónico, llevamos cinco años sin Manuel Vázquez Montalbán. Tendría que seguir con nosotros para recetar él mismo esos menús contundentes, sabrosos, que alegran la vida. Y tendría que seguir aquí para escuchar y responder lo que destila algún economista con ínfulas de comunicador al referirse a las medidas adoptadas por los gobiernos para salvar el sistema financiero mal gestionado por cuatro mangantes y sostén de un sistema económico radicalmente injusto que dijo que lo de los billones y billones de pesetas o de euros o de lo que sea, no son más que apuntes contables; aún veo a Manolo con aquella media sonrisa socarrona propia del perdedor, del charnego, quizá preguntándole a los adivinos del pasado, a los economistas, que a quién tendría que dirigirse para que le pasasen algún apunte contable a su cuenta, la de un inseguro, solidario de toda la vida.

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